“Cada mañana yo tomo mi café en el balcón, y la primera cosa que digo es ‘Gracias a Dios’ porque yo no puedo creer que tengo un hogar como este.”
El sueño de Rosa siempre era poder ser dueña de su propia casa- algo en un área segura, con cierta privacidad, y vecinos con los que ella pudiera contar y compartir su vida diaria.
Era un sueño que ella nunca pensó iba a poder convertirse en realidad.
“Yo trabajé tanto. Yo siempre guardé dinero. Pero yo no tenía idea de cómo invertir ese dinero”, dice Rosa, quién vino por primera vez a Compass en el 2013, cuando ella estaba trabajando como coordinadora de alcance para una agencia de servicios para personas mayores en Lynn, MA. En ese entonces, ella y su hija de 17 años estaban alquilando un apartamento en Lynn, con la ayuda de un voucher de vivienda subsidiada de la autoridad de vivienda local.
La colega de Rosa – graduada del programa de Compass – la motivó a inscribirse en el programa de Familia-autosuficiente de Compass (FSS), el cual es operado con la asociación de la Autoridad de Viviendas y Desarrollo de la Comunidad de Lynn, la autoridad de vivienda local bajo la cual Rosa recibió su asistencia de hogar. “Tu trabajas tanto, Rosa,” su colega le dijo, “por qué no consigues tu propia casa?”
Comprar una casa no era simplemente un reto financiero para Rosa. Ella también se recuerda sintiéndose insegura de cómo el proceso funcionaba. “Antes de venir a Compass, yo no me sentía segura en comprar una casa, yo no sabía cuáles era los pasos para comprarla,” Rosa reflexionaba recientemente “Compass me enseñó cómo hacerlo.”
El programa de FSS tiene usualmente una duración de 5 años, ya que el proceso de construir una seguridad financiera y de trabajar hacia metas financieras mayores no es rápido. Pero para algunas familias, como Rosa, alcanzar esas metas pueden pasar mucho mas rápido. Sólo pasaron poco mas de dos años antes de que Rosa se graduara del programa, y deje su voucher de vivienda, y se mudara en su propia casa en Lynn. Con el apoyo de su consejero financiero de Compass, ella mejoró su crédito, pagó facturas, y construyó ahorros, todo en preparación para cualificar para una hipoteca y comprar una casa.
“Ahora que yo soy dueña de mi propia casa, yo siento que puedo respirar. Me siento libre.” Rosa indicó. “Cuando veo mi casa, me río. Yo me siento tan bien y tan contenta cuando llego a mi casa y giro la llave.”